El sábado 15/02/20 nos reunimos en El Escorial un grupo de más
de 20 aficionados a la ornitología para observar rapaces nocturnas. Nuestro
objetivo era lograr ver al mochuelo europeo y al búho real.
Estas fresnedas de origen antrópico están bastante
extendidas por los piedemontes de la Sierra de Guadarrama y son ecosistemas
singulares. Los fresnos trasmochos se podan con cierta frecuencia, aprovechando
sus varas para alimentar al ganado y para leña.
Aunque parezca un maltrato al árbol, estas podas ensanchan
los troncos de los árboles dotándoles de gran vitalidad y aumentando su
esperanza de vida. Los fresnos vetustos desarrollan oquedades que sirven de cobijo
a numerosas especies, incluidos los mochuelos.
Mientras rastreábamos la dehesa con nuestros prismáticos y
telescopios, los trepadores, carboneros y herrerillos nos alegraban la espera con
sus cantos.
Resultó que en el mismo árbol había dos mochuelos. Estuvimos
un rato observándolos y uno de ellos, rotando la cabeza con una horizontalidad
casi mecánica, nos dejó ver la “falsa cara” que tienen en la nuca para
despistar a sus depredadores.
Tras estas interesantes observaciones, abandonamos la
fresneda dejando a las vacas con sus quehaceres, acompañadas por urracas y cornejas.
Nos dirigimos a una enorme formación granítica, cerca del
municipio de Colmenarejo, a la cual se accede por una cañada real que limita
con la urbanización Los Ranchos. Un enclave idóneo para la presencia de búho
real.
Al borde de la cañada, nos instalamos en silencio y
empezamos a buscarlo.
Al
poco de estar allí, detectamos al primer ejemplar posado en una de las cimas
del roquedal. A pesar de la distancia, pudimos observarlo a placer con buena luz
y vimos claramente sus grandes “orejas” y su garganta blanca.
Al irnos, ya casi en penumbra, tuvimos la suerte de ver un
segundo búho posado en otra enorme roca redonda.
Con la ayuda de linternas, emprendimos el camino de vuelta hasta
donde teníamos aparcados los coches. Allí, Gonzalo nos comentó que iba a echar
un vistazo a la charca de Los Ranchos para ver si veía algún anfibio y que, por
supuesto, éramos los bienvenidos.
La mayoría nos animamos a seguirle y en poco rato conseguimos ver un gallipato, un tritón pigmeo,
un sapo corredor y dos sapos comunes espectaculares.
Después de esta fantástica velada y con la misión cumplida, nos
despedimos y cada mochuelo volvió a su olivo.
Otra salida que resultó todo un éxito y que esperamos
volver a repetir el año que viene.