El sábado pasado hice una visita a la Portilla de
Monfragüe con el propósito de ver al meloncillo que, todo en mundo menos yo, había visto por allí.
Nada más llegar, una de las imperiales que viven cerca del roquedo salió a saludar amablemente. Se dio unas cuantas vueltas acompañada de los buitres leonados y negros que
cicleaban cerca del farallón y pudimos disfrutar de sus avances durante unos minutos.
El roquedo y aledaños estaban muy animados. Leonados y negros por todos lados. Unos volando y otros ya incubando en sus nidos. Los cormoranes pasando como flechas a ras del río, mostrando sus manchas blancas nupciales y comiendo peces gato delante de nuestras
ópticas.
Estábamos muy entretenidas con las idas y venidas de los alados cuando, de repente, vemos una sombra que se desliza por las piedras que deja al descubierto el río en la otra orilla. ¡¡Allí estaba!! El meloncillo haciendo su ruta en busca de cangrejos y algún otro rico manjar. Estuvimos
observándolo unos 5 minutos avanzando por las piedras
inspeccionando cada recoveco. Me dio tiempo a montar la compacta sobre el ocular del telescopio sujetándola con la mano y aquí lo tenéis.
¡¡¡Misión cumplida!!!