Coordinador Ángel Pérez Menchero. email: seo-sierradeguadarrama@seo.org Secretario Benjamín Berdiales Fraga.

lunes, 2 de marzo de 2020

CRÓNICA SALIDA DE RAPACES NOCTURNAS 2020

El sábado 15/02/20 nos reunimos en El Escorial un grupo de más de 20 aficionados a la ornitología para observar rapaces nocturnas. Nuestro objetivo era lograr ver al mochuelo europeo y al búho real.

Dado que el mochuelo es una especie parcialmente diurna, a las 16h30 ya estábamos todos buscándolo en la dehesa de fresnos adyacente a la Casita del Príncipe.




Estas fresnedas de origen antrópico están bastante extendidas por los piedemontes de la Sierra de Guadarrama y son ecosistemas singulares. Los fresnos trasmochos se podan con cierta frecuencia, aprovechando sus varas para alimentar al ganado y para leña.

Aunque parezca un maltrato al árbol, estas podas ensanchan los troncos de los árboles dotándoles de gran vitalidad y aumentando su esperanza de vida. Los fresnos vetustos desarrollan oquedades que sirven de cobijo a numerosas especies, incluidos los mochuelos.

Mientras rastreábamos la dehesa con nuestros prismáticos y telescopios, los trepadores, carboneros y herrerillos nos alegraban la espera con sus cantos.

Al final, encontramos un mochuelo. Su capacidad mimética es tal que, aun sabiendo en qué árbol se encontraba, a muchos nos costaba ubicarlo.



Resultó que en el mismo árbol había dos mochuelos. Estuvimos un rato observándolos y uno de ellos, rotando la cabeza con una horizontalidad casi mecánica, nos dejó ver la “falsa cara” que tienen en la nuca para despistar a sus depredadores.

Tras estas interesantes observaciones, abandonamos la fresneda dejando a las vacas con sus quehaceres, acompañadas por urracas y cornejas.

Nos dirigimos a una enorme formación granítica, cerca del municipio de Colmenarejo, a la cual se accede por una cañada real que limita con la urbanización Los Ranchos. Un enclave idóneo para la presencia de búho real.

Al borde de la cañada, nos instalamos en silencio y empezamos a buscarlo.


Al poco de estar allí, detectamos al primer ejemplar posado en una de las cimas del roquedal. A pesar de la distancia, pudimos observarlo a placer con buena luz y vimos claramente sus grandes “orejas” y su garganta blanca.


Al irnos, ya casi en penumbra, tuvimos la suerte de ver un segundo búho posado en otra enorme roca redonda.

Con la ayuda de linternas, emprendimos el camino de vuelta hasta donde teníamos aparcados los coches. Allí, Gonzalo nos comentó que iba a echar un vistazo a la charca de Los Ranchos para ver si veía algún anfibio y que, por supuesto, éramos los bienvenidos. 

La mayoría nos animamos a seguirle y en poco rato conseguimos ver un gallipato, un tritón pigmeo, un sapo corredor y dos sapos comunes espectaculares.


Después de esta fantástica velada y con la misión cumplida, nos despedimos y cada mochuelo volvió a su olivo.

Otra salida que resultó todo un éxito y que esperamos volver a repetir el año que viene.

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