Coordinador Gonzalo Núñez-Lagos Laborda. email: seo-sierradeguadarrama@seo.org Secretario Benjamín Berdiales Fraga.

viernes, 7 de febrero de 2025

CRÓNICA VIAJE PAJARERO A SANTOÑA 2025

El fin de semana del 18 y 19 de enero, buena parte del Grupo Local SEO Guadarrama viajó hasta Cantabria para disfrutar de las numerosas aves que llegan en invierno hasta el Parque Natural de las Marismas de Santoña, Victoria y Joyel. Allí, pudimos deleitarnos con el avistamiento de un gran número de limícolas como zarapitos, archibebes, chorlitos o correlimos; anátidas como silbones, rabudos, barnaclas carinegras, cucharas o frisos; y de otras aves acuáticas como colimbos, araos, cisnes, somormujos o zampullines. Sin duda, todo un espectáculo para los amantes de las aves. 

Vistas desde la pasarela de Sollagua.

Día 1: Sollagua, pólder de Escalante, Montehano, Bengoa, Laredo y Colindres.

Debido al horario de las mareas, el sábado tocaba madrugar y pasar un poco de frío a primera hora de la mañana para hacer nuestra primera parada en el Mirador de Sollagua, en Cicero. Nada más llegar, ya nos esperaban los incesantes cantos de los zarapitos reales y trinadores. Con la ayuda de telescopios y prismáticos, pudimos comenzar a observar un sinfín de aves acuáticas. Para nuestra sorpresa, avistamos cuatro flamencos que llevan un tiempo viviendo en la marisma. Pero, además, observamos numerosos de los ya citados zarapitos, y otras limícolas como los archibebes común y claro, el chorlito gris o el correlimos común. Aunque a lo lejos, también pudimos ver nutridos grupos de gaviotas patiamarillas y reidoras.

Zarapito trinador.

Tras un buen rato disfrutando del paisaje, nos desplazamos en la misma zona a la conservera de Sollagua, donde, además de las aves ya citadas, avistamos a placer algunas anátidas, como silbones y rabudos, además de ostreros y cisnes. Para nuestro asombro, también pudimos ver un grupo de correlimos gordos junto a sus parientes los comunes. Además del gran número de aves acuáticas, y sin menospreciarlos, nos llevamos vistos un par de estorninos pintos.

La mañana no había terminado para el grupo, así que a continuación nos desplazamos en coche al pólder de Escalante, situado a pocos kilómetros. Allí, pudimos observar avefrías, archibebes comunes, zarapitos reales y cercetas comunes. Además, disfrutamos de lo lindo de un halcón peregrino que se posó en la vecina cantera. Sin embargo, nos fuimos un poco tristes tras no encontrar ni al pigargo ni al águila pescadora, avistados ambos en los días previos.

Parte del grupo observando aves.

Continuamos nuestra ruta hacia el vecino Monasterio de Montehano, otro lugar emblemático para el avistamiento de aves en la marisma. En este punto, tuvimos la oportunidad de deleitarnos bien de cerca con las dos especies de zampullines invernantes en Santoña: el cuellinegro y el cuellirrojo. Además, observamos somormujos y, a algunas de las ya citadas limícolas, se sumó un andarríos chico. Aquí, también avistamos por primera vez en el día otras especies como la espátula, la garceta común o la garza real.  En este entorno, disfrutamos además de un aguilucho lagunero, una de las rapaces más destacadas de este ecosistema.

Monasterio de Montehano.

Zampullín cuellinegro.

Para terminar la productiva mañana, el grupo hizo la última parada en el camino de la marisma de Bengoa, en la zona de las conserveras. Aquí, pudimos observar a placer un buen número de anátidas, entre las que se encontraban especies como el pato cuchara, el ánade friso, el porrón común y el moñudo, la cerceta común, la focha común y el ánade rabudo. Además, avistamos por primera vez en el viaje el colimbo grande, una de las aves acuáticas procedentes del norte de Europa que pasa los inviernos en Santoña.

Ánade rabudo.

Tras una merecida parada para comer, el grupo decidió dirigirse hacia Laredo en busca de la gaviota cocinera, una especie poco habitual en estas latitudes. Allí, hicimos parada en la playa de Salvé, donde avistamos las consabidas gaviotas reidoras, cabecinegras y patiamarillas. Pero el plato fuerte (ni mejor dicho), lo tuvimos en el puerto deportivo, donde la mencionada gaviota campaba a sus anchas, pudiendo observarla a placer durante un buen rato.

Gaviota cocinera.

Para terminar el día, una parte del grupo decidió desplazarse a Colindres, donde volvieron a ver numerosas anátidas y limícolas, entre las que destacó el vuelvepiedras, otro migrador procedente del norte de Europa.

Tras un pequeño descanso, la jornada terminó, por supuesto, con unas merecidas cañitas acompañadas por delicias de la gastronomía local, entre las que no faltaron las famosas anchoas de Santoña.

Día 2: Pólder de Escalante, Molino de mareas de Jado en Argoños y excursión en barco.

El domingo nos despertamos con ganas para afrontar uno de los eventos más esperados del viaje a Santoña: la excursión en barco por el estuario del Asón. Pero antes, hacíamos parada una vez más en el pólder de Escalante, esperando poder avistar el ansiado pigargo. Sin embargo, no hubo suerte para el grupo y nos tuvimos que conformar con las limícolas, garzas y garcetas que poblaban el lugar.

Parte del grupo junto a la ría de Argoños.

A continuación, nos dirigimos a uno de los rincones con más encanto de la zona: el paseo junto a la ría de Argoños y el Molino de mareas de Jado. Una pasarela de madera recorre la orilla de la ría, en la que pudimos observar a corta distancia numerosas anátidas, entre las que destacaban los frisos y azulones. Asimismo, disfrutamos una vez más de limícolas como los archibebes común y claro, los zarapitos y el andarríos chico. Y también observamos a placer una espátula, que capturaron con su cámara fotográfica algunos de los asistentes.

Espátula común.

Para culminar nuestro viaje pajarero en Santoña, nos quedaba una de las actividades más esperadas: la excursión en barco por el estuario del Asón de la mano de la empresa Aves Cantábricas. Durante el trayecto, pudimos disfrutar de un gran número de aves acuáticas invernantes a corta distancia de la embarcación. 

El barco partiendo del puerto de Santoña.

Sin duda, las estrellas del recorrido fueron dos araos, el eider y varios colimbos grandes, aves que pasan la mayor parte del año en el norte de Europa. Entre las innumerables aves observadas desde el barco, también cabe destacar el zampullín cuellirojo, el charrán patinegro, varios cisnes, tarros blancos, varias especies de limícolas como agujas colinegras y colipintas, y correlimos tridáctilo, o el cormorán moñudo. Un momento mágico fue el encuentro con un numeroso grupo de barnaclas carinegras que, con su belleza exultante y sonoros graznidos, cautivaron a los pasajeros del barco. 

Izqda. Colimbo grande. Dcha. Eider común.

Barnaclas carinegras.

Sin lugar a dudas, fue el colofón de un inolvidable fin de semana pajarero en tierras cántabras que esperamos repetir el próximo año.   

Créditos de las fotos: Luis Cabrejas, Javier Barrón y Sonsoles Lumbreras.