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Salto del Gitano en Monfragüe |
Embalse de Arrocampo
Tras hacer noche en Toril, el
sábado tocaba madrugar para empezar con nuestro intenso fin de semana pajarero.
La primera parada, el Embalse de Arrocampo, que forma parte de la Reserva de la
Biosfera de Monfragüe y que constituye un espacio ornitológico de primera
clase. La mañana amaneció fresquita, después de caer una buena helada, pero en
el Observatorio nº2 pronto empezamos a entrar en calor escuchando y viendo aves
características de este tipo de hábitat, como el cistícola buitrón, la cogujada
montesina, la curruca cabecinegra o el cetia ruiseñor. Entre las eneas de la
orilla, descubrimos a una de las aves más esperadas: el calamón común. Su
brillante tono azulado y su llamativo pico destacaba entre las cañas, a poca
distancia de nosotros.
Calamón común. |
En las espadañas también pudimos observar a un precioso ruiseñor pechiazul y a una tarabilla común, además de escuchar al rascón europeo. Desde este mismo observatorio, el grupo divisó también muchas otras especies de aves en vuelo y posadas, como la agachadiza común, las garcetas común y grande, la garza real, el cormorán grande, la cigüeña blanca, o el escribano triguero.
A continuación, nos desplazamos al Observatorio nº4, en el que a nuestra llegada nos recibió una bandada de moritos comunes. Esta ave zancuda de pico largo y curvado, y tonos pardos y rojizos tornasolados, es una de las más preciadas de los humedales en España. Los cantos de otras aves también estaban muy presentes, destacando la buscarla unicolor o el cistícola buitrón. Además de ver otro calamón común, otras especies de las que pudimos disfrutar en este observatorio fueron el milano negro, el alcaudón real, el avión roquero o la golondrina común.
Antes de acercarnos al siguiente
observatorio, era imprescindible parar en Saucedilla para visitar la importante
colonia de cernícalos primilla que habita en su iglesia. En total, en su tejado
anidan todos los años entre 15 y 20 parejas, y esto ha conferido al pueblo la
designación de Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA). Todo un lujo ver
y escuchar a los primillas sobrevolar la iglesia y observar cómo interactuaban
entre machos y hembras.
Nuestra última parada en
Arrocampo fue en el Observatorio nº5, donde nos esperaba una de las estrellas
del día: el elanio común o elanio azul. Fue emocionante poder divisar a pocos
metros varios ejemplares de esta elegante rapaz de tonos blancos y grisáceos,
con su llamativo ojo coral enmarcado por una definida línea negra. En este
mismo punto, disfrutamos de lo lindo de numerosas limícolas como la agachadiza
común, el andarríos chico y grande, el archibebe común y claro, el chorlitejo
chico o el combatiente. También observamos a placer otras aves típicas de este
humedal, como el morito común, la garcilla bueyera, el cormorán grande o la
garceta común. Además, nos alegró con su paso en vuelo una pareja de críalos.
Elanio común. |
Parque Nacional de Monfragüe
Tras nuestra incursión en Arrocampo y Saucedilla, ya estábamos deseando adentrarnos en los territorios del Parque Nacional de Monfragüe. Empezamos nuestro recorrido en el mirador de la Portilla del Tiétar, donde las rapaces nos sobrevolaban posándose en el macizo rocoso frente a nosotros. Aquí observamos a placer al águila imperial, unos cuantos buitres leonados y negros, y al esperado alimoche, una especie común en zonas montañosas de la Península, pero que ha visto decaer su población de manera alarmante en las últimas décadas.
Alimoche común. |
Antes de parar a comer, nos asomamos a otros miradores de la carretera, buscando, sin éxito, nidos de buitre negro. Eso sí, avistamos con regocijo a un zorro paseándose en la orilla contraria del río. Ya tocaba hacer un descanso después de la mañana pajarera, así que hicimos parada y fonda en el mirador de La Tajadilla. Mientras saciábamos hambre y sed con ricas viandas, nos fue imposible dejar de observar numerosas aves. Justo en frente de nosotros, avistamos dos alimoches en pleno aparejamiento, además de ver pasar milanos negros, perdiceras y otras rapaces.
Tras un breve café en Villarreal
de San Carlos, donde había numerosos aviones y golondrinas, dimos un agradable
paseo junto al río desde la Fuente del Francés. Aquí, los amantes de la
herpetología también aprovecharon para ‘cotillear’ lo que habitaba en un
abrevadero: tritones ibéricos y salamandras.
La tarde aún nos reservaba
emociones fuertes, sobre todo para los primerizos en Monfragüe. Y es que el
Salto del Gitano no defraudó a nadie. En este conocido observatorio, pudimos
deleitarnos con decenas de buitres leonados volando alrededor de los macizos y
posándose continuamente en sus nidos. A muchos nos impresionó la cercanía con
la que se pueden divisar a estas majestuosas aves.
Buitres leonado y negro. |
Pero, sin duda, la estrella de la tarde fue la culebrera europea, que nos cautivó con su presencia en su posadero frente al Salto del Gitano, uno de los enclaves más populares de Monfragüe. Con su considerable porte y su llamativa cabeza pivotante, que mueve de manera similar a los búhos, emocionó a más de uno del grupo. No nos cansábamos de admirarla, pero otras aves pedían también su protagonismo, como un precioso halcón peregrino que vino a posarse en una de las rocas durante un buen rato, o un roquero solitario con su bonito colorido negro azulado. Además, nuestros telescopios y prismáticos pudieron disfrutar a placer de varias cigüeñas negras, dos de ellas también en nido, una de las especies más buscadas en este parque nacional.
Culebrera europea. |
Tras semejante atracón ornitológico, nos recogimos a cenar en la casa rural, donde aún nos aguardaba la sorpresa de encontrar a unas vecinas inesperadas: tres espléndidas lechuzas que habitaban en los alrededores.
Castillo de Monfragüe
El domingo quisimos aprovechar al
máximo nuestra última mañana en Monfragüe. Tras una breve parada para ver
desperezarse a los buitres en la Portilla del Tiétar, desplegando sus alas para
secarse y emprender el vuelo, decidimos realizar la subida desde la Fuente del
Francés al Castillo de Monfragüe. Aunque la mañana comenzó con algo de lluvia,
según avanzábamos las nubes iban dando paso al sol. Durante el ascenso,
bastante llevadero, disfrutamos de la vegetación existente en este lugar, ya
incipiente con el inicio de la primavera. Entre las especies arbóreas,
quejigos, cornicabras o acebuches; entre los arbustos y plantas, durillos,
madroños, gamones o brezo blanco.
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Observatorio de la Portilla del Tiétar. |
Tras un primer tramo, hicimos un descanso en uno de los miradores con restos del castillo, desde el que ya se obtienen unas impresionantes vistas al parque. Aquí, nos sorprendieron los buitres pasando al ras de nuestras cabezas camino del cercano Salto del Gitano. También descubrimos a lo lejos una pareja de alimoches en plena faena reproductora. Finalmente, llegamos a la parte mejor conservada del Castillo, donde nos deleitamos con el ir y venir de buitres negros y leonados, que tienen sus nidos en las peñas próximas a la fortaleza.
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Parte del grupo durante la subida al Castillo. |
Muchos nos llevamos de Monfragüe
y Arrocampo unos cuantos ‘bimbos’, entre rapaces, limícolas y acuáticas, que
esperamos volver a avistar muy pronto en estos bellos espacios naturales.