El pasado domingo, varios integrantes del grupo local, acompañados de unos
quince valientes, efectuamos, desde Robledondo, la salida a aves de media montaña,
pospuesta por circunstancias climatológicas, hace unas semanas, y promovida por el ayuntamiento de El Escorial.
El día se
presentaba relativamente fresco y despejado, y tras juntarnos en el punto de partida, comenzamos a
ascender por el bonito pueblo, a través del camino que va remontando junto
al cementerio, entre fresnos, majuelos, rosales silvestres y algunos piornos, ya
pasados en cuanto a su floración.
Desde el inicio, pequeñas aves como gorriones comunes. estorninos
negros, vencejos comunes, o golondrinas comunes, amenizaban
el paseo. Nada más salir del núcleo urbano, verdecillos y verderones comunes, así como zarceros políglotas y tarabillas comunes, comenzaron tanto a mostrarse como a deleitarnos con sus
cantos.
Algo más adelante, fueron las oropéndolas y los alcaudones, tanto comunes como un real, los que nos hacían disfrutar. En ese comienzo, otras
aves, como milanos negros, totovías, y currucas carrasqueñas, iban aumentando
nuestra lista de observaciones.
Poco después, y una vez llegados a la primera zona tendida,
y con buenas vistas tanto del valle del Hornillo, como del boscoso Pinarejo,
empezaron las collalbas grises y nuevas currucas; así hicieron acto de presencia tomilleras y zarceras, dando ambas especies, buenas observaciones.
Ya avanzada la mañana, nuevas aves se iban sumando.
Ratonero y calzada, alondras comunes, cogujadas montesinas, chovas piquirrojas, y pardillos comunes hacían que, la ya calurosa mañana, se hiciese muy agradable.
Sobre las 12 horas, llegamos a la zona más elevada, cerca del
nacimiento del arroyo de Majadahonda, parando un rato a descansar. Justo allí, un eslizón ibérico, varios lagartos ocelados, acentores comunes, insectos del guadarrama, y el resto de aves típicas del piornal, nos dieron unas buenas alegrías.
Tras beber y descansar, comenzamos el descenso, sin parar de
sumar aves. Escribano montesino, petirrojo, corneja, o un sinfín de milanos reales y negros, fueron vistos por algunos miembros de la partida ornitológica.
A eso de las 13:15, volvíamos a Robledondo tras una
grata jornada. Con esa buena cosecha, una maravillosa compañía, y la cervecita de rigor, nos despedimos pensando ya en la próxima salida.